lunes, 26 de octubre de 2015

Reflexión: El miedo al compromiso, Lorena Gintautas

El miedo al compromiso se genera cuando el ser de uno mismo no esta seguro en comprometerse. Lo más normal es que se den la relaciones de pareja; pero también se da con familiares, amigos o seres queridos.

Comúnmente el miedo abunda cuando hubo tantos fracasos en la vida que para no volver a sufrir o "que no me pase lo mismo" se comienza a generar la falta de compromiso y las excusas para que no se llegue a relacionar un compromiso.

Hay que tener en cuenta que ciertos problemas no resueltos con otras parejas o personas, hacen que se reflejen en las nuevas relaciones. A veces es inconsciente. Pero hasta que no se perdone y se libere lo que pensamos que podría haber sido mejor; tampoco va a repercutir un mejor presente si el pasado no es perdonado.

Es más, muchas veces las excusas de rutina, de queja y de responsabilidades, hace que se relegue el compromiso que no se conoce pero genera incertidumbre incapaz de ser cambiada.

Hay que tener en claro que la relaciones tienen que ser de esfuerzo y reconocimiento genuino. Sin esperar nada a cambio. Simplemente respetando los tiempos y formas de cada uno. Porque de lo contrario, el poder para lo que una de las partes quiera, va a ser el baluarte de la pareja. Siendo desmedido para uno y débil para el otro.

Pero hay que entender, que todos venimos completos, enteros y que en las diferencias también hay que aplicar paciencia y empatía por el otro, generando empatía con el mayor amor al prójimo.

De esta manera se refleja más la genuinidad y menos la especulación para hacer lo que solo uno quiere.

Aceptando las diferencias, comprometiéndose con la innovación de lo nuevo, el miedo se disuelve por un compromiso genuino. En donde la queja y las excusas desaparecen, y comienza un camino de compromiso lleno de amor, dejando de lado rencor, la venganza y el miedo para que fluya la emoción de sentirse bien acompañado en cualquier momento y lugar.

Como dijo Heráclito: "Nadie se baña dos veces en el agua del mismo río. Cuando desciendo el río por segunda vez, ni el río ni yo somos los mismos. Todo fluye".

De esta manera podrás saber que en toda relación siempre algo fluye y no se es la misma relación, ni la misma persona.

Lorena Gintautas