Qué sensación de paz se siente cuando uno “vuela” tan alto como ellas, sentarte a media ladera de un puerto de alta montaña para contemplar su acercamiento errático por el valle, como puntos diseminados por encima de esos bajos campos donde el ganado aún pace tranquilamente la tierna hierba de finales de verano. La búsqueda de una desgraciada res muerta con la que alimentarse cada día en más desesperada…
Me gusta sentarme allí, sentir ese aire fresco de montaña, mientras el sol colorea una piel poco acostumbrada a rayos tan limpios y puros como estos. Ver los vuelos de nuestras necrófagas tranquilamente, ver sus círculos medianamente cortos y sus giros rápidos según sea la fuerza de la corriente térmica del momento. Encogerse el corazón cuando pasan al nivel donde tú estás, allí sentado, sin más refugio que tus manos haciendo de visera para que no te deslumbre el sol, oyendo incluso como sus alas cortan el aire y teniendo miedo de moverte para no despistar a semejantes máquinas voladoras. Cuando pasan de tu nivel te acuerdas de la foto, de no haber sabido aprovechar el momento, de que podría haber hecho o dicho… Pero te quedas con lo mejor, te quedas con esa PAZ que uno siente al volar a su lado, aunque sea tan brevemente y agradeciéndoles que por un instante te hayan dejado compartir su espacio aéreo.


Ya nos dejan los alimoches, pocos jovenachos se han visto volar, año regularcillo si lo comparamos con el anterior. Esperemos que el año que viene sea mejor. Mejor les ha ido a nuestros buitres, aunque sean menos las parejas que han intentado este año realizar la puesta, éstas han sido por lo general exitosas.

Estos días nos ha visitado este curioso huésped por Embún, seguramente vecino espelunguero, aunque el hambre, la juventud, la dispersión del joven buitre puede haberle hecho llegar a nuestro pueblo de cualquier sitio.

No deja de ser curioso y preocupante verlo parado en un centro urbano, verlo pasear tranquilamente, aunque sea empapado por la lluvia. Lo más asombroso de todo es las pocas ganas que por lo visto tenía de abandonar el “caliente” lugar. Comentan que era un gyps joven y su aspecto no era de estar muy bien alimentado… esperemos pueda retornar hacia una vida libre y sana. Las fotos de móvil son de mi hermano Carlos J. (muchas gracias)

Estamos en los primeros días del Otoño, ya nos podemos ir preparando para poder disfrutar de momentos como este: