martes, 17 de marzo de 2015

EL HOSPITAL COMO CAMPO DE BATALLA


Un hospital es un escenario que –como tantos otros- reproduce en su microsociología lo que sucede más allá de sus puertas. Médicos y enfermeras conviven con personas que traen los patrones conductuales y los valores del mundo en que viven.

Cuidar de la salud de otros en condiciones de riesgo personal para la integridad física y psicológica es una tarea imposible. Los pasillos de los hospitales están repletos de héroes anónimos que, pese a las indignas condiciones de trabajo, se empeñan cada día en hacer lo que saben y quieren en un contexto que produce temor y desaliento.

Contra todo pronóstico, cada mañana se ponen el guardapolvo y hacen lo que pueden. No buscan el éxito ni la fama. Nunca se harán ricos. Estudian durante todas sus vidas. En las madrugadas, mientras doblan gasa o esterilizan instrumental, o derrotando al sueño con una Coca tibia y una pizza fría en los gabinetes de las guardias.

No debería ser necesario reclamar que se cuide a quienes nos cuidan. Parece absurdo, pero resulta imperioso hacerlo cuando todos los días son víctimas del abandono y la desprotección. Algo que muchos no conocerán jamás los mueve a continuar pese a todo. Algo profundo y sagrado que los hace abrir las puertas de las salas de Emergencias y decir cientos de veces:-“Que pase el que sigue”.

Alguien debería hacerse responsable de inmediato de garantizar su seguridad. Hoy esos hombres y mujeres dispuestos al encuentro con un semejante que sufre saben que en cualquier momento se encontrarán con una pistola apuntando a sus cabezas.